Don
Antonio y doña Olga habían trabajado durante muchos años de su vida como
docentes, de lunes a viernes, preparando las clases día a día, sus mejores años
los dedicaron a los niños enseñándoles las primeras letras y los primeros
números. Gracias a ellos muchos aprendieron lo básico de los grados escolares
iniciales, para continuar luego con los estudios secundarios.
Y
así luego de tanto trajinar por su mundo educativo finalmente a los dos les
llegó la tan anhelada pensión. Lo primero que hicieron fe irse a vivir a otro
lugar comprando una casa hermosa y amplia en una ciudad apacible y acogedora.
Disfrutando plenamente de su descanso merecido rodeados de sus hijos y sus
nietos cada vez que ellos los visitaban.
Empezaron
a disfrutar la vida como debía ser. Don Antonio y doña Olga se volvieron unos
viajeros constantes, primero conociendo su país y luego saliendo al exterior.
Por ello eran habituales sus publicaciones fotográficas en Facebook de los
lugares que visitaban, generalmente rodeados de palmeras, mar, sol y playa.
Siempre se los veía alegres y llenos de vitalidad. No les pasaban los años
porque habían llegado a una etapa de la vida donde todo era gozo y felicidad.
La
gente que los conocía comentaba que eso si era vida, que se debía seguir su
ejemplo, que como ellos, luego de esforzarse la mayor parte de la vida en su
trabajo respectivo, finalmente tocaba vivir la vida a plenitud gozando a mas no
poder los últimos años de la existencia, dándose los gustos que se quisiera y
esperando la muerte con una sonrisa en los labios. Porque lo bailado nadie lo
quitaba, y se pasaba a la eternidad en completa felicidad.
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