jueves, 25 de febrero de 2016

VIOLACIÓN

Por Miguel Angel Botero Arroyave

En la noche, donde se escabullen las personas de “Bien” y se muestran aquellas plagas de la Era Postmoderna, donde en ciertos lugares se acomodan todos los pecados capitales, se encuentra ella, una triste y demacrada joven de 26 años, los que visualmente no corresponden, de tanta vida que ha podido recorrer; ella, anda buscando a alguien, un tal “John”, a pesar de desconocer el origen de este nombre, lo menciona siempre con un acompañante, un tal “Jonathan”.

Con estos dos nombres, esta chica logra entrar a esos lugares de mala muerte donde se reúnen las masas a extasiarse de ellos mismos y de lo que les rodea, en aquellos lugares donde la legalidad es recóndita, pero que siempre está el “vigilante”, esperando si llega algún tipo de autoridad, avisándole a todos los que se encuentran allí reunidos para no sufrir ninguna consecuencia. Ésta noche ella logró encontrar el lugar ideal, con las características necesarias, ve al “vigilante”, y se dirige hacia él con cara de preocupación, diciéndole que necesita entrar, con el simple aspecto el vigilante responde un “no”, pero ella sigue con la insistente frase “Por favor, déjame entrar, mira que ahí están Jonathan y John, que desde hace rato iniciaron la fiesta” repitiendo esta oración varias veces y con un poco de lágrimas el sujeto le permite entrar, sin saber si esos dos hombres realmente pertenecen a la fiesta.
En el momento en el que ella entra,  siente tranquilidad, porque sabe que quizás pueda encontrar a su Jonathan y su John, sin embargo, lo único que encuentra es todo un infinito coctel de drogas, y lujuria por doquier, luces muy brillantes y arrítmicas que repercuten en la salud de ésta joven, al ver todo lo que le rodea, y repudiando todo esto, tiene una especie de desmayo y queda inconsciente. 

Independientemente del aspecto fue internada en el hospital más cercano, al ver su aspecto los doctores saben qué tipo de caso es… le dan un poco de reposo en una de sus habitaciones, un poco de comida, y puf, de repente le dan de alta; al salir, ésta chica sigue desconcertada de lo que le sucede, da pasos vagos  y cae en un recinto de casas abandonadas, donde se hospedan gente de su tipo, pero ella cae a dormir antes de llegar a la puerta.

Mientras tanto un hombre relativamente viejo pasa con un niño tomado de la mano, la ve acostada en la acera y procede a dejarle una bolsa con un pan, un poco de dinero que le deja en los deteriorados bolsillos, y procede con su caminata diaria  para llevar el niño a la escuela.

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