lunes, 29 de febrero de 2016

UN PRINCIPIO PARA EL FINAL

Por María Isabel Chica Higuita


Míralos, ¡Tan silenciosos! Tal vez amplíen en unos pocos días la lista de divorciados.
No hace más de tres horas estaban cenando y sonriendo en un lugar muy fino; asistiendo a uno de esos eventos del mes del amor y la amistad, que son perfectos para una pareja que no hace algo especial desde ya hace un buen tiempo.

Mientras estaban recordando ese día en que se conocieron (a lo que suelen recurrir para hacer emotivo el momento), Julia percibe un contacto visual entre una joven que hacía parte de la logística del evento y el hombre con quien está casada desde hace cuatro años. Fue extraño, es decir, no era la primera vez que Tomás cruzaba miradas con alguien más, pero sí la primera vez que Julia tenía ese sentimiento y que la dejaba allí sentada con una explosión interna sin ninguna razón justificada más allá del «sexto sentido».

Pero ¿Qué podía hacer? Amaba mucho a Tomás, confiaba en él, entonces ¿Cómo le reclamaría?, ¿Se basaría en una mirada? No era su estilo y además creía firmemente que lo más importante era la confianza. Así que con el tono más normal que pudo, le preguntó a su esposo—: ¿La conoces? — Él terminó de comer la porción que había tomado en ese momento y le respondió —: ¿A quién? —A la chica que está junto a la mesa de los regalos, ¿La conoces? —. Tomás se demoró unos cuantos segundos en responder hasta que finalmente señaló —Sí, a ella le compré las boletas para venir aquí—. Julia no sabía que más decir, así que solo murmulló lo que apenas daba un indicio de lo que pasaba en su mente— Mmmm… ya.

Sobre la joven no se dijo nada más. Tomás retomó el tema con el que estaban y aunque Julia trataba de seguir la conversación de manera coherente, no podía dejar de pensar en esa chica que sin una belleza muy «despampanante» se convirtió en su competencia


Al concluir la cena, la pareja que con esfuerzo reunió para asistir a la elegante noche, volvía a casa en metro. Ya han pasado algunas horas, y Julia necesita hablar sobre lo que vio. No es una celosa, pero tampoco es de las que hacen como si nada hubiese pasado cuando siente una barrera entre ella y su esposo. Así que… ¡Ah! ¡Lástima! Ya llegué a mi estación. Supongo que Julia y Tomás o como sea que se llamen, ni se conocen pero es divertido crear historias para hacer más ameno el recorrido.

2 comentarios: