jueves, 18 de febrero de 2016

PRISIÓN MENTAL

Por Laura Heyoan García Roldán 

Me despierto… veo el amanecer y luego me doy cuenta que sigo encerrado dentro de estas cuatro paredes infinitas e inmateriales que son mi mente, veo pasar como un desfile de dolor todo aquello que oprime y desagarra mi corazón roto y acorazado, ¿será morir mi única alternativa y opción para no sufrir?, ¡ah! Perdonen, no me he presentado, soy… ¿Quién soy?, ¿soy un ser bueno o malo?, ¿mentiroso o verdadero?, ¿amado u odiado?, ¿será que éxito fuera de esta prisión que es mi propia mente?, oye tú, ese que escucha y observa desde lejos, desde ese lugar donde mi conciencia no llega, tú, qué sabes todo de mí, ¿resolverías el dilema?

¡No! a quien engaño, aquel que sabe todo de mí no es otro que mi conciencia, y es imposible que siendo ella parte del problema, me dé la solución, pero, si ni siquiera me puedo valer de ese ser omnipotente que es mi todo, para salir de esta cárcel ¿no sería mejor morir?, a veces esa es la única respuesta que encuentra mi trastornada mente    ¿Será que ella también siente?, y por eso me da esta solución tan definitiva para huir,  ¿Quién sabe? ¿Quien entiende? mejor dicho, ¿quién me explica?
¡Ah! los gritos de mi mente me estremecen ¿Quién podría ayudarme a escapar de este mundo? ¿De esta pesadilla que se ha vuelto realidad?, ¡cállenlos! no quiero oírlos, ya no aguanto estos pecados, que afligen mi sentir y nublan mi mente.

Me pregunto ¿Quién sería cupido para mostrarme el amor, y así opacar los golpes por caricias?, ¿Quién sería escritor, para que cambiase mi pasado, para que cambiara la sangre, por mariposas?, ¿Quién sería amigo, Para que pintara la puerta por la cual salir de esta pesadilla?, ¿Quién sería ilusión, para que me enseñase a pintar un cielo, por el cual volar y escapar?, ¿Quién sería ángel, para que me perdonara y me sacara de esta oscuridad?.

Conciencia, único ser que me escucha, o al menos eso creo, ¿podrías tratar de hablar?, emite palabras, opaca así sea por 10 segundos los gritos, los golpes, la sangre, ¡hazlos callar!, ellos ya no se encuentran aquí, ellos son solo cadáveres que fui dejando a lo largo de mi existencia, ¡haz que se marchen, que desaparezcan!.

¿Qué es esto, será magia?, se dibuja una puerta, ¿por fin podré salir?

Y en ese momento… afuera, en la realidad se daba la orden para encender la silla eléctrica, con la que colmarían su venganza aquellos seres que gritaban en su mente.

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