Por Margaret Lucia Zuluaga Manrique
Ella abre sus ojos con ganas de volver a cerrarlos. Odia tener que madrugar, tener que arreglarse,
arreglar los niños, hacer el desayuno para todos y luego irse a trabajar; al mismo tiempo en los medios
hablan de una supuesta liberación femenina. Pero en medio de la rutina, es un día diferente. Ella hace
tres meses ha notado unos cambios en su seno derecho. Hoy reclamará el resultado de la biopsia que le
fue realizada. Por supuesto que no será a primera hora, porque es médica, antes debe recibir turno,
debe revisar los pacientes, formularles lo que cubre el seguro, lidiar con la hija de la señora de la 304
quien levanta a gritos al hospital porque no hay agua caliente y porque la compañera de habitación
ronca toda la noche; mientras la jefe del piso murmura los errores médicos, acaban de notificarle que la
cirugía del señor de la 308 se ha cancelado por tercera vez y es ella quien debe anunciárselo
nuevamente a su familia.
El almuerzo de hoy fue un sándwich con jugo, hacia las 4:30 pm, mientras pensaba en lo hipócrita que
es cuando le dice a sus pacientes que deben comer a horarios, hacer ejercicio, alimentarse bien, dormir
8 horas; en ese momento recordó que el laboratorio cerraba en 15 minutos... llego 5 min antes de que
se fueran todos y logró reclamar la patología. Carcinoma lobular de mama invasivo: Eso era lo que
confirmaba el patólogo. Una persona común, ni entiende el resultado, pero imagine lo que siente un
médico cuando es el enfermo. ¿Cuántas veces ella enseñó el autoexamen de mama? ¿Cuántas
mamografías ordenó? ¿Cuántos tumores detectó?, ¡pero fue incapaz de detectar una masa en su mama
derecha! Nadie se puede imaginar cómo se sentía ella. Por otro lado, no sé podía ir a su casa o donde
quisiera, porque tenía que terminar su turno; debía cuidar a otros enfermos como si ella estuviera sana.
Sabía perfectamente las fases del duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación, pero no se
molestó en vivir cada fase, ella sentía vergüenza, no se permitía estar enferma; ¿Con qué autoridad
moral le iba a decir algo a su familia o a sus pacientes?... Al contrario de lo que muchos pensarían, ella
no ocupó su mente en los últimos avances científicos, ni en las estadísticas de supervivencia, ella no
pensaba en nada. Pero fue un accidente que ve al lado del camino, mientras conducía de regreso a casa,
lo que la hace reflexionar: ¡nadie sabe cuándo va a morir, incluso si se tiene un cáncer! Todos los días
muere gente que gozaba de “buena salud”. Decidió vivir cada día su último día: despedirse de su
familia día como si fuera el último que les daría a sus hijos, despertar cada mañana como si eso fuera
un milagro diario, hacer todo lo posible por sus pacientes cada día por si no llegaba mañana; eligió
vivir cada día, no morir cada día. Y esa noche al acostarse cerro sus ojos con ganas de volver a abrirlos.
Buena historia, el drama que viven muchas mujeres a causa del cancer de mama.
ResponderEliminarMuy triste pero excelente historia.
ResponderEliminar¡Una buena historia! un poco triste, pero real.
ResponderEliminarExcelente.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarDrama Vs. Realidad
ResponderEliminarBuena historia
Drama Vs. Realidad
ResponderEliminarBuena historia
Una gran historia!
ResponderEliminarLo pone a uno a reflexionar.
Muy Buena Historia 💕💜
ResponderEliminarExcelente.!
no esta mal pero supongo que le faltan algunas palabras aunque a pesar de eso me gusto se apega mucho a la realidad y tambien tiene su parte de fantasia
ResponderEliminaruna excelente historia; con una mensaje claro, no solo de como se debe vivir cada día, si no de como se debe enfrentar una enfermedad o cualquier adversidad de la vida.
ResponderEliminarMuy buena historia
ResponderEliminarExcelente historia, te permite ver la forma de pensar de muchas mujeres con este tipo de enfermedades, me encanta el apego que tiene a la realidad con su drama por supuesto, te felicito, pues me has sorprendido :D
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