lunes, 22 de febrero de 2016

CADA ÚLTIMO DÍA

Por Margaret Lucia Zuluaga Manrique

Ella abre sus ojos con ganas de volver a cerrarlos. Odia tener que madrugar, tener que arreglarse, arreglar los niños, hacer el desayuno para todos y luego irse a trabajar; al mismo tiempo en los medios hablan de una supuesta liberación femenina. Pero en medio de la rutina, es un día diferente. Ella hace tres meses ha notado unos cambios en su seno derecho. Hoy reclamará el resultado de la biopsia que le fue realizada. Por supuesto que no será a primera hora, porque es médica, antes debe recibir turno, debe revisar los pacientes, formularles lo que cubre el seguro, lidiar con la hija de la señora de la 304 quien levanta a gritos al hospital porque no hay agua caliente y porque la compañera de habitación ronca toda la noche; mientras la jefe del piso murmura los errores médicos, acaban de notificarle que la cirugía del señor de la 308 se ha cancelado por tercera vez y es ella quien debe anunciárselo nuevamente a su familia.

El almuerzo de hoy fue un sándwich con jugo, hacia las 4:30 pm, mientras pensaba en lo hipócrita que es cuando le dice a sus pacientes que deben comer a horarios, hacer ejercicio, alimentarse bien, dormir 8 horas; en ese momento recordó que el laboratorio cerraba en 15 minutos... llego 5 min antes de que se fueran todos y logró reclamar la patología. Carcinoma lobular de mama invasivo: Eso era lo que confirmaba el patólogo. Una persona común, ni entiende el resultado, pero imagine lo que siente un médico cuando es el enfermo. ¿Cuántas veces ella enseñó el autoexamen de mama? ¿Cuántas mamografías ordenó? ¿Cuántos tumores detectó?, ¡pero fue incapaz de detectar una masa en su mama derecha! Nadie se puede imaginar cómo se sentía ella. Por otro lado, no sé podía ir a su casa o donde quisiera, porque tenía que terminar su turno; debía cuidar a otros enfermos como si ella estuviera sana.

Sabía perfectamente las fases del duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación, pero no se molestó en vivir cada fase, ella sentía vergüenza, no se permitía estar enferma; ¿Con qué autoridad moral le iba a decir algo a su familia o a sus pacientes?... Al contrario de lo que muchos pensarían, ella no ocupó su mente en los últimos avances científicos, ni en las estadísticas de supervivencia, ella no pensaba en nada. Pero fue un accidente que ve al lado del camino, mientras conducía de regreso a casa, lo que la hace reflexionar: ¡nadie sabe cuándo va a morir, incluso si se tiene un cáncer! Todos los días muere gente que gozaba de “buena salud”. Decidió vivir cada día su último día: despedirse de su familia día como si fuera el último que les daría a sus hijos, despertar cada mañana como si eso fuera un milagro diario, hacer todo lo posible por sus pacientes cada día por si no llegaba mañana; eligió vivir cada día, no morir cada día. Y esa noche al acostarse cerro sus ojos con ganas de volver a abrirlos.

13 comentarios:

  1. Buena historia, el drama que viven muchas mujeres a causa del cancer de mama.

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  2. Muy triste pero excelente historia.

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  3. ¡Una buena historia! un poco triste, pero real.

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  5. Una gran historia!
    Lo pone a uno a reflexionar.

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  6. Muy Buena Historia 💕💜
    Excelente.!

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  7. no esta mal pero supongo que le faltan algunas palabras aunque a pesar de eso me gusto se apega mucho a la realidad y tambien tiene su parte de fantasia

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  8. una excelente historia; con una mensaje claro, no solo de como se debe vivir cada día, si no de como se debe enfrentar una enfermedad o cualquier adversidad de la vida.

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  9. Excelente historia, te permite ver la forma de pensar de muchas mujeres con este tipo de enfermedades, me encanta el apego que tiene a la realidad con su drama por supuesto, te felicito, pues me has sorprendido :D

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