Cuando el invierno llegó a String, la
ciudad del mundo, los cielos retumbaron y el océano se agitó, los vientos con
la nieve avisaba la llegada de algo siniestro. El frío de aquel invierno ya no era
normal. Pronto la estación congeló todo a su paso en tan sólo pocos dias.
Aunque para todos, al menos en su mayoria, era de lo común.
En las profundidades de la oscuridad
algo surgía.
“A lo lejos una inmensa energía maligna se esta expandiendo por todo
el mundo, destruye todo lo que toca y se está haciendo más poderoso a medida
que pasan el tiempo”.– dijo el oráculo en su trono, arriba donde las nubes
danzan día y noche.
Pero, ¿quién es aquél que esta
causando todo esto, mi señora? –dijo su guardian.
Aquél que gobierna el mundo de las
tinieblas, el que alguna vez fue el emperador de ambos mundos; el tangible y el
intangible, volverá de nuevo a reclamar su reino. Es inevitable, una nueva
guerra esta por venir, el planeta será indudablemente destruido. – decía el
oráculo mientras sus ojos verdes cambiaban a su tono azul, símbolo que
representaba que estaba viendo una visión.
Como única protectora de la tierra,
el oráculo mando a reclutar guerreros en la tierra, debían hacerle frente a la
amenaza que se estaba aproximando. Con su gran poder seleccionó a los mejores
hombres sobre la faz de la tierra y una vez reclutados, los guardianes del
oráculo descendieron de los cielos y se dispersaron por todo el mundo a cumplir
la orden celestial.
Por todo el globo se rumoraba que una
sombra crecía a lo lejos, un poder impredecible e indestructible causante de
que el invierno se extendiera más allá de donde se tenía permitido. Así fue, la
nieve y el viento congelante sobrepasaron las fronteras llegando hasta donde la
primavera reinaba, apago el sol resplandeciente del verano y cubrió con hielo
los arboles sin hojas que el otoño había causado. El mundo se convertía
rápidamente en un mundo sin luz y sin vida.
Cuando el oráculo presenció esto, se
dio cuenta que el momento está aún más cerca, pero ella ya tenía que irse. Como
cada 150 años debía meditar en las tierras cálidas de la tercera dimensión para
así mantener su trono. Y como orden divina se le fue prohibido decir la fecha
exacta del regreso del mal. Angustiada por lo que se venía confió a su guardián
sus últimas palabras y en ellas el día en el que aquél habría de venir, todo
esto para que estuvieran preparados para la batalla. Así pues el oráculo
desapareció en un haz de luz rumbo a su destino.
El guardián dio la orden que por todo
el mundo dieran a conecer las palabras del oráculo. Aquellas palabras eran las
siguientes:
“Cuando el sol agonizante en el
último lugar de la tierra sin hielo, sea bloqueado por la luna y la oscuridad
reine, el amo de las tinieblas aparecerá en las altas colinas de Strings y
desde allí empezará su conquista de lo que alguna vez fue su reino”.
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