¡Lo logré!, grita el niño
corriendo eufórico hacia los brazos de su padre. ¡Salvé al mundo!, Hoy tuve una
gran misión designada por la comandante mamá al iniciar el día, relataba el
pequeño aventurero. Ingresé a un mundo desconocido plagado de dinosaurios,
animales salvajes, robots, aliens y muchas cosas más en un caos increíble.
Luché primero contra los
robots quienes con su armamento, fuerza y armadura se opusieron pero no fue
esto suficiente para superar mi fuerza y tamaño. Luego contra los dinosaurios y
animales salvajes, recibí mordidas y rasguños; pensé que esa sería mi derrota
al ver el gran tamaño del tiranosaurio Rex. Luchamos mano a mano, a empujones
logré llevarlo hasta su hábitat. Con la ayuda de todos los carros y camiones
guiados por pequeños soldados, llevaron a cada uno de los animales y
dinosaurios a su lugar en este inmenso planeta, al final solo quedaban algunos
aliens, quienes al ver a todos los demás derrotados no intentaron escapar en
sus naves y sin mayor oposición se rindieron.
Procedí entonces a
informarle a la comandante que ya todo estaba en orden, quien me dio su gesto
de aprobación y entendí que había salvado el mundo ordenando mi cuarto.
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