-¿Que hora es?
Le dijo el pequeño a su abuelo
cuando despertó repentinamente con los ojos entreabiertos. Y no fue extraño
para él verlo de pie en el balcón mirando la luz blanca que refleja la luna,
porque ya conocía la intriga tan profunda de su abuelo durante cada amanecer.
Su abuelo apenas escuchó la
voz del niño, no vaciló en sonreír debido a esas extrañas palabras del niño, inconsciente
de lo que decía.
Y ésta era la rutina de ambos
mientras el uno despertaba de su estado de muerto, para preguntar algo ilógico
en ellos dos, el otro permanecía aparentemente inmóvil observando la luna
durante cada amanecer, esperando paciente a que su nieto despierte
repentinamente para escuchar su voz, fingiendo ignorar su pregunta.
80 años tenía su abuelo y el niño
apenas 7, y fueron 5 años los que se cuestionó sobre el tiempo. Casi que
conocía de memoria cuando salía al balcón en donde estaba la luna al amanecer,
pero fue durante una ocasión en la que su abuelo entendió que la luna también estaba
allá, obsesionada, mirándolo, observándolo, y como en un espejo envejecían
ambos, también fue en una ocasión en la que le dijo a su nieto cuando despertó
alterado preguntando la hora, después de soñar que su abuelo moría mientras él
dormía:
-¡No te preocupes por el
tiempo!... Tan solo mira la luna, esta ahí, siempre es así, camina sin miedo, y
sin horas. Aprende a sentir como se mueve la luna, junto a la tierra y a pesar
de esto siempre han vivido ahí en el mismo lugar, igual que nosotros, que nos
movemos de un lugar a otro, en este mismo sitio, sólo que así como soy yo quien
está parado en este balcón, tu lo vas a estar, aquí, cuando despiertes y
pienses que no vive mi cuerpo. Y vas a ver que la luz es tan sólo un reflejo que
le da vida a la luna, como la vida es la luz que refleja sobre nuestros
cuerpos.
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