Su incandescencia anaranjada
ilumino toda la aldea, destellos y algunas lágrimas aparecían en sus ojos; ave
descomunal y protectora, curaba una y otra vez los guerreros de alma pura, los
más talentosos.
De pequeño, él siempre observo destrucción
a su alrededor; al caminar en ruinas un brillo captaba su atención se acercó
rápidamente y observo un ave de color sin igual, algo malherida pero al mirarse
fijamente, desde ahí ambos sintieron que no se separarían jamás.
Fue su compañía mientras crecía y
se convertía en un arquero excepcional, después de cada entrenamiento con
llagas en sus maños y algunas heridas de flechas en sus piernas, no hacía falta
más de un par de lágrimas de la magnífica ave para curarse, al cabo del tiempo
noto como cada vez que lo hacia el ave se desgastaba más.
Y el día finalmente llegó, la
máxima guerra de las 5 aldeas, él estando al mando de su tropa lograron
combatir a algunos guerreros pero no a todos, sus viviendas destruidas e
incinerados los campos hacían que el magníficos ave sobrevolara y curara a los
heridos prodigiosos; luego de dos días de pelea y teniendo solo unos pocos
enemigos, el arquero y comandante no resistía más, su mente agotada y su cuerpo
desgastado alzo su mirada al cielo.
Fue cuando vio un destello donde resaltaba la silueta
del ave, lentamente vio como todo el brillo caía sobre sus compañeros, como les
daba el valor, la fuerza de acabar para desalojar los adversarios y a su vez
como el fuego carcomía el cuerpo del ave, sentía gran mareo no sabía si era un
sueño o realidad.
Solo noto al despertar todo en ruinas como
aquella vez, se percató del triunfo, busco al magnifico ave y no la encontró;
muy confundido indago y nadie más vio aquel destello, camino y vago por las
calles donde una vez la encontró, pero en ese lugar con aquel mismo brillo que
capto su atención descubrió su amuleto, una gran e inigualable pluma roja.
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