- - Ya
es hora.
- -¿En
serio? ¿tan pronto?
- - Si.
- - ¡Por
qué a mí! ¿Por qué me reclamas tan rápido?
- - Simplemente
porque tu préstamo ya acabó y tú lo sabias, lo supiste desde el día en que
empezaste a usar la razón.
- - Tú
disfrutas esto.
- - Por
supuesto que no, es mi trabajo, lo que se hacer, lo único que conozco y en lo
que soy bueno.
- - Eres
despreciable, juegas con mi desesperación.
- -Soy
así porque tú quieres.
- -Pero…
la necesito.
- -Ya
no te hará falta.
- -No
es justo, no tengo porque sufrir esto, tú...
- -Estabas
sentenciada desde el día que naciste, como tus padres y los padres de tus
padres. Puedes acompañarme y recibir tu justicia.
- - No
quiero acompañarte, ¡no tengo por qué hacerlo!
- - Es
tu mejor opción.
- -Por
favor, tenme piedad. Sin ella no podré continuar y hacer todo lo que debo.
- - Como
ya te dije: no te hará falta
- - Es
que yo…
Bitácora (Caso 1237654834 – 5)
Nombre: Adriana María Calle Londoño.
Último suspiro: veintitrés con doce minutos.
Edad: veintisiete años.
Motivo de mi visita: fractura en tres discos de la columna
vertebral, pulmones perforados y hemorragia interna, cómo resultado de caerse
de un caballo.
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