-¡Todo
está oscuro!, ¡no logro ver nada!, ¿dónde estoy?
-Estás
aquí… ahora ya no estaré más solo
-¿Quién
eres?, ¿porque me tienes encerrado?, ¡déjame salir por favor!
-Si
te dejo salir, siempre volverías a mí... es tu destino
-
¡Estás loco si crees que volvería a este lugar!, ¡ni siquiera sé dónde estoy!
-¿Estás
seguro de no saber dónde estás?, inténtalo un poco.
-¡Auxilio!
¡Alguien que me ayude…!
-Auxilio,
auxilio, que patético eres; ¿alguna vez te has escuchado mientras hablas?
De
repente, desperté. Era uno de esos sueños que son tan reales, que te hacen
desear morir para no soportar tan angustiante agonía… Todo transcurrió en
completa normalidad; la habitación seguía siendo igual de estrecha como de
costumbre, daba un paso a la derecha y llegaba al baño, un paso adelante y
estaba en la cocina, un paso atrás y encontraba la puerta. Me preparé el
desayuno, el mismo que he comido desde aquella mañana que se fue; luego me
bañé, vestí y dirigí a la oficina. Al llegar allí, me crucé con Kevin y derramó
nuevamente su tinto sobre mi camisa; pero esta vez ya iba preparado. Fui al
baño y saque una de las camisas que estaban en mi maleta, ¡sabía que lo haría
de nuevo! Me cambié, me dirigí a mi oficina y comencé mis labores.
-¿Qué
paso ahí afuera? ¡Si, te hablo a ti tonto! ¿Cómo dejaste que ese estúpido te
tratara así?
-¿Quién
me habla?
-!Te
dije que no escaparás de mí tan fácilmente¡
Me
asusté. Alguien me estaba siguiendo; sabía dónde vivía, donde trabajaba. Y
ahora… ¿qué debo hacer?, ¿a dónde voy? Y miles de interrogantes comenzaron a
brotar de mi mente, como agua de manantial. Tenía miedo, pánico, terror de lo
que pudiera sucederme y…
-¡Cállate
ya! Tus pensamientos son como la basura, sólo sirven para atraer insectos y mal
olor. ¡Debemos pensar en cómo vengarnos de ese imbécil, así no volverá a
burlarse de nosotros jamás!
Entonces,
fue cuando comprendí quién era aquel ser.
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