Por Pedro Villamil
Ni aquí ni en algún lugar habría la manera de llegar, solo eran intentos
fallidos de felicidad, de momentos y lleno de momentos, momentos que eran eso,
sólo momentos, como éste, intentando navegar en la dirección correcta y tal vez
de la aprobación, donde muchos se acercan a ayudarle, pero solo lo hunden más y
más en un sus direcciones egoístas, como si supieran a dónde debe ir, aunque no
saben qué es lo quiere, porque él tampoco lo sabe, y se le pregunta, y ¿cuál es
tu sed?, él solo suspira y se retira lentamente del cuarto de su psicólogo
veintiséis, recordando también las cincuenta y dos personas que conocen su
historia, pero sin encontrar respuesta alguna, él espera, espera qué?; lo que
no sabía, es que había sido separado de su padre, por su desobediencia al ir a
los pozos insaciables y por el orgullo de no necesitarlo, para presentarse
delante de los demás como un buen hombre y superior a su familia; ¿qué espera?,
tal vez entender, entender, ¿cuál es el motivo de la cordialidad y comprensión de su padre?, que a pesar de
todo, lo busca, para darle lo que más ama, para que no se extravié y hacerle entender por el camino que debe de
andar, pero, ¿cuál es mi sed?, se pregunta ahora para sí; si supiera lo que su
padre le puede dar y conocería al que le pide, seguramente su padre no lo estaría
buscando sino él a su padre; ¿será volver a casa y pedirle perdón a mi padre?,
se pregunta inquieto y errante, debo que pagar por esto que le he hecho, se responde
decidido, pero ahora solo quiero saber ¿cuál mi sed?, se pregunta nuevamente,
tal vez pueda que volviendo a tomar café en las mañanas con él y si es
necesario las veces que sea, con tal de que siempre tenga su cordialidad y
comprensión, para responderme no solo está, sino todas mis preguntas, él
entonces se afirma así mismo y se sorprende de su expresión, sonríe
y confía en que así pueda ser.
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