Venía
de una zona lejana donde los recuerdos son un lastre, a pesar de lo cual el día
que oyó hablar de ilusiones quiso construir las suyas.
Lo
primero que haría sería conseguir trabajo y efectivamente lo logró: andar
errante tocando puertas que se cerraban instantáneamente. Sólo había trabajo
para los hijos de los que jamás tenían que presentar hojas de vida, pues su
nacimiento se los garantizaba ¡y con que salarios!
Con
su escasa ilustración y la ayuda de otros intentó soñar: ser hijo de presidente
o de algún ex, eso le facilitaría la vida y, a sus escasos 26 años, lo volvería
asesor de cualquier temática relacionada con su país… pero, el único presidente
que conoció era el de una junta de acción comunal que mató un grupo insurgente.
No
estaría mal ser hijo de un político notable, ello le procuraría sin ningún
esfuerzo ser hasta presidente del senado o la cámara de representantes. Pero la
única cámara que conocía era una de torturas a que lo habían sometido por salir
de una zona a la que el mismo estado no podía entrar, entonces fue condenado
por no poder responder: - ¿cómo pudo salir de allí y, además con vida?
Y
así recorrió uno a uno los diversos sueños que la conversación cotidiana ponía
a su alcance, como ser hijo de un artista famoso, pero el único cercano en su
juventud solo pintaba paisajes con metralleta, ser hijo de un magistrado, pero
esta palabra ni siquiera la entendían los que ostentaban ese cargo, así que
desistió y fue agotando posibilidades… hasta recordar que sabía llorar.
Llorar,
era la última ilusión que intentaría, pero no le brotaron sus lágrimas, el
cambio climático y su extraño país colombia también se las habían secado.
“secal”
No hay comentarios:
Publicar un comentario