lunes, 14 de marzo de 2016

EN ALGÚN TIEMPO MUY LEJANO

Por Julian Mauricio Garcia Gomez

Desde su cuarto escuchaba el cacarear del gallo, y al abrir los ojos observó una ventana nublada por vapor de agua, entre el cual se alcanzaba a divisar el verdor del follaje de los árboles. Se puso de pies sobre el rústico suelo de piedra, armó la improvisada clepsidra compuesta por dos vasijas llenas, y retiró el tapón de la vasija superior dejando escapar un lodazal oscuro y viscoso. El agua se había convertido en eso, después de haberse bañado una y otra vez con ella y el olor que desprendía reunía los aromas de dragones, magos, brujas, duendes, elfos, esclavos, plebeyos, matronas, niños, hombres de guerra, gallinazos, serpientes, unicornios, ratas grises y múltiples criaturas más que habían completado mil días sin bañarse, tan solo probando el agua proveniente de la orina salada que habían excretado. Cerró sus ojos, se sentó en el suelo de tal manera que terminó por juntar las mugrosas plantas de sus pies, juntó las palmas de sus manos, dio un rápido movimiento a su mandíbula sobresaliente y sonrió sin mostrar los dientes como solo un auténtico belfo lo puede hacer… ¡Estaba listo para el viaje!

En aquella lujosa habitación de los años 1500 se hallaba esa peculiar pareja. Su alrededor era adornado por esculturas de yeso y largas vestiduras escarlata que cubrían inmensos ventanales a través de los cuales se podía observar un firmamento oscuro y estrellado. Sobre un pequeño escritorio de madera se podía encontrar tantos pares de pergaminos enrollados y uno solo abierto, que cargaba en sus entrañas la más exquisita caligrafía escrita con pluma de cuervo y tinta imborrable… “Y como aquel maestro que sintió la música a pesar de su sordera, simplemente siénteme y te daré mi vida entera”.

Sobre el pulcro lecho yacían los amantes. Cantaban y daban vueltas entre las sábanas, como si la alegría se hubiera apoderado de sus almas, como si las penas se hubieran ahogado en aquel añejo vino, como si todos los sueños tan anhelados hubieran sido finalmente alcanzados.

Las cuatro paredes que lo encerraban se percibían más estrechas que antes, el suelo era más pestilente que nunca, su mandíbula sobresalía como un hueso de tamaño tres veces mayor de lo habitual y el túnel de vida en el que se hallaba era cada vez más confuso… Ráfagas de imágenes lo invadían.

2 comentarios:

  1. Excelente!!!! me encanta la forma en que el autor te mete en la historia, poniendo gran atención y cuidado en los detalles... sientes como si antes de lo narrado hubiese una historia de la que no te enteras... te dan ganas de leer mas, pero oh sorpresa! has llegado al fin...

    ResponderEliminar