jueves, 10 de marzo de 2016

DIOS TENDRÍA QUE SER UN SUJETO VESTIDO DE ASTRONAUTA, TOMANDO CAFÉ UNA MADRUGADA EN ALGÚN LUGAR DE PARÍS

Por Silvia Alejandra Tamayo Rodas

Sentado solo, en el último rincón de aquel café, no quería pensar en volver a casa, mucho menos al trabajo. Pensaba en el momento de paz inmenso en que se encontraba, el mundo no existía. Para luego los problemas, otro día las soluciones. En otra vida la realidad. En su mente el sonido de un saxofón distante y melancólico que combinaba bien con la leve brisa que se vislumbraba por la ventana.

Pero seguía allí, con las manos aferradas fuertemente a la taza de café que había pedido minutos, horas, no sé cuanto tiempo atrás, y su mirada se perdía entre las motas que alcanzaba a distinguir del café, y en su pensamiento trataba de ir más allá, ¿cómo era que había terminado allí?

Ahora sólo una nebulosa nublaba su cabeza, y no quería pensar en nada pero pensaba en todo, y entonces se preguntaba si alguna vez Dios tendría que estar así, y joderse la cabeza creyendo que la vida era más bien respirar el aroma de las cosas simples, y no hacer nada, sólo cerrar los ojos, sólo sentarse en ese rincón.

Y todo comenzaba a sobrarle, y el astronauta pensaba que volaba y que por fin podía deshacerse de su pesado traje y navegar, sin peso, por el vacío infinito, la oscuridad eterna y el silencio que era suyo desde siempre. Y entonces ya el mundo y las preocupaciones no significaron nada y entonces entendió que estaba en la magía, allí en ese intante… No era cierto, no podía ser el único que lo estuviera sintiendo, no podía ser el único ser en el cual la magia hubiera decidido alojarse.

Luego, todo dentro de él quedó en calma, y miró a su alrededor para descubrir que todo seguía igual, pero, ahora él flotaba, era tan leve que sólo podía quedar suspendido en el aire, y le alegró que los cafes en París no cerraran jamás, porque entonces podría quedarse allí para siempre. Un café, dos, tres, flotar, quedarse suspendido en la nada, en el todo y no saber quien era. Tal vez era Dios, tal vez era un vagabundo, una mesera, tal vez era un gusano que soñaba con ser astronauta. Quizá era la magia.

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