viernes, 11 de marzo de 2016

AÑORANZA

Por Laura Carolina Alvarez Morales

Como flotan los pétalos en los ríos, así ondeaban en su garganta. Llenas de canto, llenas de vida, resbalaban cada tarde por sus labios, dulces como una suave melodía.
Un día, no florecieron más, sus labios marchitos como las hojas marrones atestadas de saprófitos, se colmataron de pétalos impávidos y rígidos.

Las tardes se hacían pesadas y frías, mientras el río seguía su rumbo llevando cada vez más lejos las palabras de la abuela cuando lavaba la ropa.

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