martes, 8 de marzo de 2016

TERMITAS

Por Esteban Gómez Cifuentes

Cierro mis ojos y escucho los aleteos. Lo sé. Lo noto. Miles de ellas vuelan sobre mí en la oscuridad.

Estas termitas no me dejan dormir. Corroen mi mente al igual que la madera que tanto desean. Me arrastran a la locura cada mañana y dejan miles de alas dispersas por toda la habitación.

Cuerpos ausentes. Alas sin dueño que se acumulan abandonadas a su suerte como todas esas ilusiones que tuve de pequeño. Tantas esperanzas, tantas oportunidades que ahora yacen en el fondo de mi cabeza como lo hacen todas esas alas en el piso.
No quiero prender la luz. En la oscuridad oigo el aleteo, sin embargo, no deseo ver las termitas que me privan de mi sueño. No quiero tener más fantasmas en mis pesadillas, sombras de todas esas quimeras rotas…

¡No! ¡No debo pensar de esa forma! Debo creer que hay un mañana lleno de nuevas esperanzas, un futuro donde no hay alas esparcidas en mi habitación.

Es tiempo de crear un nuevo amanecer. ¡Uno bueno! Un mañana repleto de riesgos que estoy dispuesto a afrontar. Un futuro en el que estoy preparado para soñar.  

¡Sí! Eso es lo que haré. Y debo empezar a construirlo ahora mismo.

Me levanto y prendo la luz. Los aleteos cesan y no hay terminas a la vista. Mis miedos se han ido. Finalmente puedo encontrar la paz.
Y mientras apago la luz no me percato de la cucaracha que me observa satisfecha desde la pared.





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