lunes, 14 de marzo de 2016

PACHA MAMA

Por Jenny Del Rocío Puerres

En la inmensidad de la selva habita un espíritu, un prodigio de la naturaleza, una combinación entre enigma y belleza, este extraordinario ser es capaz de crear con un soplo, de dar vida con sus pasos; ella es la madre territorio. Habita  la rivera de los ríos, las montañas más altas, las selvas más vírgenes, es la encargada de mantener el equilibrio, la madre de toda creación y como madre se asemeja a una mujer, sus cabellos se irrigan como raíces y hacen posible el milagro de la vida, sus lágrimas permiten la germinación y sus manos protegen al nuevo ser. En aquel lugar todo es hermoso, todo tiene conexión, todo fluye en continuo movimiento, se transforma, respira y resopla.

A pesar de tanta belleza que este paisaje le daba, la madre territorio sentía un vacío en su corazón, ella era capaz de dar amor a cada uno de los seres vivos que protegía, pero había escuchado de un amor diferente, lejos de la selva el cual  quería descubrir. Su tristeza aumentaba cada día, sus pensamientos estaban en ese otro lugar, ella haría algo para descubrir ese misterio que en ese entonces la atormentaba, algún día desearía dejar esa vida de quietud y explorar los misterios de aquel lugar y así lo hizo.

Ella se transformó en una hermosa mujer, de cabellos largos y verdosos, de hermosa sonrisa y de piel tersa como las flores, sin medir consecuencias escapo de la selva y se refugió en la civilización, ella quería sentirse, verse y actuar como una mujer normal, en su paso por la civilización conoció a un hombre que con gran agrado se interesó por ella, ella recreaba grandes historias y a él le gustaba la música y la poesía, ella le ofrecía las más bellas melodías; el sonido de los pájaros, el sonido del agua en los ríos, ella le hablo de ese gran lugar de donde provenía; ese que nadie había habitado jamás. Por su parte el joven le cantaba canciones con su guitarra y le escribía poemas.  El tiempo pasaba y sus vidas se conectaban cada vez más, sus gustos, sus actividades, hasta que un día decidieron que no había razón por la cual seguir separados. Quiero que me muestres ese lugar fantástico del que tanto hablas le decía el a ella; ella por su lado estaba temerosa de lo que pudiera ocurrir, pues la responsable del equilibrio era ella misma, y su esencia en si era el territorio mismo. Aun así decidieron marcharse de la civilización y llegaron a la selva, el joven estaba maravillado, quizá los relatos que había escuchado no eran lo suficientemente buenos para describir la belleza de aquel lugar.


Vivieron ahí muchos años, sin embargo el joven necesitaba alimentarse, vestirse y para ello la madre naturaleza le hubiese proporcionado lo necesario, pero cada día fueron en aumento los requerimientos del joven y ella no se molestaba en dárselos, todo justificaba estar al lado del hombre que amaba, sin embargo su salud fue deteriorándose pues por cada necesidad que el joven cubría, un pedacito de su cuerpo sufría las consecuencias, pues ella era el territorio mismo. Pasaron los años y ella se debilitaba cada vez más, los arboles ya no daban frutos, sus cabellos ya no hacían germinar las plantas, sus manos ya no protegían el territorio, todo se quebrantaba, todo se alteró; la curvatura misma del tiempo y el espacio dejo de existir. Ahora en aquel lugar donde antes habitaba la más hermosa de las selvas, es solo un campo sin vida, sin animales, sin plantas, sin la madre territorio, ella volvió a su forma y por el camino de los espíritus a veces se escucha su llanto  en busca de su amado.

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