viernes, 11 de marzo de 2016

#PATRICIA

Por Jhon Gomez

Él le dijo que era como un ramillete de palabras escritas en perfecta sincronía. Que la
encantó la forma en que iniciaron aquella noche en que se conocieron. Que se debate entre
tantos nudos, nudos en su vida y los nudos que sin éxito intenta desenmarañar de su
garganta; pero sobre todo, le dijo que batallaría todo el tiempo sólo si después de cada
guerra ella fuera el desenlace.

Cada lienzo, cuadro, esquema, boceto o par de líneas termina en ella, sus pinturas sólo
tiñen del color de sus labios, sus cabellos, sus ojos; se pierde cuando mira en sus ojos, se
imagina futuros preciosos donde sólo habitan los dos, entre tanto, ella mira al horizonte
como buscando algo que ha perdido pero que no puede definir. Él considera que no la
merece porque “ella es una diosa inmensa” con quien coincidió, bendita coincidencia; ella
tiene la certeza que no se la merece porque a sus días le falta la gloriosa capa de glamour
que deja tendida en su cama cuando va a su encuentro.

Espera con ansias el día perfecto. Cuidadosamente adornó el lugar con velas tenues de
deliciosas fragancias acompañadas de pétalos rojos y blancos. Acomodó la mesa bajo un
cielo adornado de faroles distantes y una luna gigante que destella en su rostro ¡qué rostro!
Como un caballero valiente dobla su rodilla derecha en tierra y extiende el anillo, lanza la
consigna; su final feliz, pensó. Ella se fue con un corredor de bolsa.

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