miércoles, 9 de marzo de 2016

EL DESBARATADO GUIMEL JOLES Y SILVANO SU GATO

Por  Jorge Andres Garavito Cardenas

En un domingo frío, un gato pequeño camina por el borde de un tejado que cubre una ventana. Dentro de ella, justo sobre el cuadro de luz en el suelo, vemos la cara de Guimel Joles, quien se despierta y se da cuenta que está textualmente desbaratado. No de manera metafórica: los miembros de su cuerpo se encuentran repartidos por la habitación. El silbido insistente de una alarma suena en alguna parte, pero con el desorden no es posible ubicarlo a simple vista. La cabeza de Joles da una vuelta evitando la poca luz que entra por su ventana. No está sorprendido, no es la primera vez que le sucede. De manera mecánica comienzan las “piezas” de su cuerpo a reunirse cerca al cuello. Un brazo consigue con esfuerzo desenredarse de un pantalón sobre la cama y luego poder bajar al suelo. Una mano solo deja ver sus dedos debajo de una gruesa bota, pero con gran astucia logra tumbarla y zafarse de ella. Inesperadamente una pequeña sombra maullando de hambre crece al lado de la cabeza de Joles. Con esfuerzo el gato se acomoda en el vano de la ventana y queda hipnotizado con el lento andar de los miembros del cuerpo de Guimel. Trato de imaginarme la cara de Joles al ver las complicaciones que eso le significan.

Eche, me dice, nunca seré bueno armándome. Esa mujé no tenía que dejame así ¿no crees? Le creo, pero le busco rápidamente otro tema. Guimel es un tipo monotemático, y si no te apuras, te puedes plantar a escucharlo quejarse de Gabriela, que se fue dejándolo desarmado, y para colmo le dejó a Silvano, el gato. Manito, le digo, pero para qué bebe de esa manera, no cree que sabiendo su problemita. Erda primo, me interrumpe, Que no es por beber. Te lo juro que así no beba me desbarato, y quién duerme sabiendo que se le cae a pedacitos el cuerpo, no joda, por lo menos el roncito me distrae.

 Soplaculo se queda quieto (Eche, no lo llames así), la cabeza de Guimel le grita, pero no tiene la suficiente fuerza para llamar su atención, y el felino se lanza en cacería sobre el pie izquierdo de Joles. Erda, y quité la musiquita anoche, piensa, tratando de que sus partes se junten rápido antes de que algo peor ocurra. Ve tirar al gatito de la falange de su meñique como si fuera un ratón, mientras lo saca del cuarto. Ojalá no me infecte, dice y consigue arreglar gran parte de su cuerpo para poder resolver la situación. Con esfuerzo se levanta, pero su único pie se repliega de manera sorpresiva con un fuerte dolor. Sangrando, reconoce el crujido que ha callado la alarma despertadora. Es el segundo reloj que daña este mes.

Con una sola mano, porque no ha encontrado el brazo izquierdo, intenta buscar algo con que amarrarse la herida cuando ve al gato acercarse a las escaleras. Apoyando su mano, caminando de rodillas, va en busca de Soplaculo (¡Silvano!) y le grita para que se detenga. Como puede se lanza sobre el animal, y este reacciona con un chillido intentado escapar, con la mala suerte de que la cadera se le desprende a Joles. La cabeza de Guimel queda separada mirando hacia la puerta de su habitación, pero el chillido sordo de su gato ha parado. Desde ese punto, la cabeza de Guimel Joles consigue ver su otro brazo, lo hace llegar a él y unirse a las partes que tiene cerca. Siente húmedo su cuerpo, se asusta de haberse perjudicado más su pie. Lamentablemente no es así, es la sangre de Silvano la que encharca las partes que no ha recogido Joles. A lo mejor fue un día soleado, pero Guimel lo recuerda como un día gris y frío, desde el que no se ha podido volver a armar bien.

11 comentarios:

  1. Eche! Ese casi cachaco escribe bacano :)

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  2. Extraño, lo extraño me gusta de primer impacto.

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  3. Yo me desbarato mas de una vez al día.

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  4. Que cuento tan curioso, me gusto mucho

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  5. Esta muy curioso el cuento y tierno :) que genial.

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  6. Esta muy curioso el cuento y tierno :) que genial.

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  7. No nos dejemos desbaratar hasta el punto de no saber lo que hacemos.

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  8. Buen cuento, bien por el juego de palabras. Buen detalle el gato.

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  9. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  10. Guimel no dependía del clima, ya tenia claro como era cada día. Fríos y grises como ese dia "desde el que no se ha podido volver a armar bien."

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  11. Buen cuento, interesante y curioso al mismo tiempo.

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