viernes, 11 de marzo de 2016

UN PELUCHE LLAMADO SOL

Por Guadir Aza

En el segundo piso de una casa vivía una pareja que se amaban mucho y que siempre soñaban con tener hijos, pero la rutina del trabajo de ella y los estudios universitarios de él hacían que ese sueño solo fuera eso solo un sueño.

Un día fueron al supermercado a comprar algo y entrando encontraron unos artículos en promoción entre ellos estaba un peluche que tenía aspecto de vaca animada, era blanca con pintas negras y era indiscutiblemente adorable, pero lo que ellos no sabían es que aquel peluche guardaba una tristeza dentro de él, y sentía miedo por los humanos y pensaba en el trato que recibiría si fuera comprada pues había escuchado que los peluches siempre terminaban en el basurero, en un río u olvidados debajo de la cama llenos de polvo.
Ella sentía que todo desde que la cocieron en esa empresa eran de nunca acabar, lloraba casi todos los días y se acordaba de aquel momento en que le dieron vida en ese cuarto oscuro de almacenaje donde aún ni si quiera la habían rellenado con algodón. Aquel peluche no sabía qué propósito tenía, solo se le pasaba por su mente que su corta vida había sido una desdicha; que mientras que a todas sus compañeras ya las habían comprado a ella no porque tenía una simple mancha oscura de polvo. Un día quiso dormir para soñar que tendría una gran familia; pero lo que nunca pensó es que ese sueño se le haría realidad y que cuando despertara sentiría por primera vez felicidad.

Al otro día escuchó que la llamaron –

- ¡…Hermana... hermana levanta, despierte es hora de desayunar! Sol no seas dormilona.

Ella despertó y quedó sorprendida al mirar un tigrecito al pide de ella.

– Hola soy Felipe y de hoy en adelante seré tu hermano. Dijo aquel tigrecito.

Ella jamás se habría imaginado tener un hogar, un hermano, unos padres y un nombre “Sol” y eso solo era el principio ya que todos los días la acostaban y al otro día la despertaban le daban todo lo que una niña necesita la llenaba de mimos (abrazos y besos) para ellos era su hija, sus padres la veían perfecta.

Una mañana soleada en el balcón Sol se sentó junto a su hermano Felipe y tomados de la mano rieron juntos porque al fin supieron su propósito que era hacer aún más feliz aquella pareja que igual que ellos soñaban e imaginaban y lo más importante creían.

Fin.


12 comentarios: