viernes, 11 de marzo de 2016

HISTORIAS RELAES

Por Cristian Fernando Aristizabal Restrepo

Sus días pasan sentado en la esquina de siempre, con su camiseta de siempre, su pantalón de siempre, si es que se le puede llamar a eso pantalón; su bolsa y tesoros de siempre. Se la pasa viendo a las personas caminar pensando en sus cosas, escribiendo o llamando por su celular, cogiendo de la mano a su hijo, besando a su pareja, arrugando la frente, mostrando su cara de angustia y tratando de lidiar con sus vidas.

Todos los días caminaba a un lado de sus pies, justo antes de cruzar el semáforo, pero nunca había reparado que a su lado reposaba un trozo grande de cartulina rosada con una frase en letras torcidas que decía: “Soy desplazado, algún día tuve la oportunidad de ser un hacendado poseer tierras, animales y cultivos, pero me lo arrebataron todo. Colabóreme.” Tanteé mi bolsillo y localicé unas cuantas monedas. Mientras las depositaba en la lata que acuñaba la cartulina para que no se volara con el viento, le pregunté:

— ¿De dónde es usted?

— Eso ya no importa. Nunca le importó al gobierno, ni a ninguna de las personas que caminan por acá. Pero si le puedo contar lo hermoso que era el amanecer, las aguas cristalinas bordeando mi cabaña, la frescura que se sentía en la sombra de un árbol y el rico aroma del pasto recién cortado. Al parecer en las ciudades se les ha olvidado esto.

Me senté a su lado y palabra tras palabra me sedujo hasta el punto de perder la noción tiempo. Una historia a su vez pero relacionadas entre sí.

Al final me despedí.

— Usted es muy entretenido, pero me tengo que ir. Sus cuentos son muy buenos.

— No son cuentos, hijo. Son historias reales, no solo lo que pasa en tu vida o alrededor tuyo es real.

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