miércoles, 9 de marzo de 2016

TRAIN DAMSEL

Por  Sara Ángel García

Él la miraba fijamente, ella no se percataba de aquella mirada penetrante. De repente, el tren se detuvo, las puertas se abrieron y ella salió, perdiéndose lentamente entre la multitud.

Todas las mañanas de los últimos ocho meses, a las 7:00 a.m., Gerard tomaba el tren RER[1] de la línea A en la estación Lyon, no para ir a trabajar ni hacer ninguna diligencia, sino únicamente para verla a ella, la mujer de ojos azules y cabello rojo. Pero esa mañana parecía diferente, se podía percibir cierta complicidad en el aire.

El tren se detuvo bruscamente y ella se fue de bruces contra el suelo, pero antes de que pudiera siquiera tocarlo Gerard la alcanzó y la levantó, sosteniéndola sobre su pecho. Ella le miró sonrojada
¡Merci!- dijo con una voz dulce, erizando la piel de su valiente héroe.
En aquel instante parecía que la lengua de Gerard abandonaba su boca y simplemente se alejó, regalando a su doncella nada más que una leve sonrisa.

Gerard no volvió a tomar el tren de la estación Lyon.

Unos años más tarde el destino lo tenía nuevamente en aquella estación del ferrocarril que tanto le había marcado, y entonces la vio, tal como la recordaba, solo que esta vez no viajaba sola, estaba acompañada de un hombre que sostenía su mano firmemente y la miraba con ojos llenos de amor, y de un niño de ojos azules y cabello rojizo que la abrazaba y le sonreía.
Ella lo descubrió mirándola y por un instante su rostro se le hizo familiar, entonces le sonrió. Él le correspondió con una sonrisa que albergaba un hálito de nostalgia, pensando qué pudo haber pasado si aquella mañana de abril se hubiera decidido a hablarle.

Gerard se bajó del convoy y lo observó mientras se alejaba. Allí iba su amor del tren, a quien quizá jamás volvería a ver.  Fue inmensamente feliz. Nunca supo su nombre, pero siempre la recordaría como su Train Damsel.



[1] Réseau Exress Régional (red ferroviaria exprés regional).

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